Algo emerge

Dentro de mí hay un saquito de energía.

 

No siempre lo siento.

 

A veces duerme, silencioso, escondido detrás de los muros que construí…

para protegerme de los demás,

y también de mí misma.

 

Durante años creí que se había perdido.

Pensé que había que buscarlo afuera:

en logros, en personas, en ideas…

Pero ahora sé que solo estaba esperando —pacientemente—

a que me atreviera a mirar de verdad.

 

Y entonces algo emerge.

 

Una vibración cálida en el pecho.

Un hilo de luz que recorre mis costillas.

Una chispa de alegría tranquila que me eriza la piel.

Una fuerza que me recuerda quién soy

y me conecta con todo lo que me rodea.

 

No llega cuando quiero.

Llega cuando suelto el control, aunque sea un poco.

Cuando dejo de empujar,

me reconozco, confío,

y decido escuchar mi brújula interna… aunque tiemble.

 

Con el tiempo descubro que, aunque llevo años buscándome,

cada paso que me acerca a mí

se siente profundo, certero, coherente.

Cuanto más me conozco,

más infinita me siento.

Y cada descubrimiento me atraviesa,

me enraíza,

me conecta con la vida de una forma intensa y viva.

 

Al principio esa sensación es un susurro,

casi un eco imperceptible.

Después se expande,

como si todo mi cuerpo lo reconociera.

Cuanto más la escucho,

cuanto más me alineo con mi sentir,

más clara, más presente, más viva se vuelve.

 

Seguir esta guía es una apuesta.

Arriesgada.

Requiere confianza, lealtad y compromiso conmigo misma.

Y, a veces, un poco de humor…

para no tomármelo todo tan en serio

y atreverme a saltar.

 

Pequeños cambios.

Contacto con la naturaleza.

Compartirme en profundidad con mis amigas.

Respirar.

Estar presente.

Pausar.

Soltar un miedo.

Escribir.

Descansar.

Eso es lo que me permite que algo emerja.

 

Y en esos momentos me doy cuenta de lo importante que es contar con quienes nos ven,

nos sostienen y nos animan a seguir apostando por nosotrxs.

Quienes confían en nuestro camino

y nos acompañan con amor incondicional,

en nuestras idas y venidas,

en los saltos fallidos y en los días inspirados.

 

Pero también entiendo que todo eso debe vivir dentro de mí:

reconocer mi fuerza,

afianzarla,

cultivarla.

Solo así puedo seguir creciendo con coherencia y presencia.

 

Y cuando algo emerge…

me doy cuenta de que todo lo que buscaba afuera

ya estaba esperándome dentro.

 

🌿

 

Siempre me he guiado desde dentro.

Solo que ahora lo hago con más determinación,

menos condicionamientos,

más confianza,

más presencia.

 

Estoy aprendiendo a apostar por mí misma.

No está siendo fácil.

A veces el miedo me emborrona,

pero cada vez que confío,

siento cómo la energía de ese saquito se expande…

y me recuerda que la vida late dentro de mí

y me susurra:

 

«Por ahí es.»

 

Te invito a buscar tu propio saquito de energía.

No está perdido.

Solo espera que te atrevas a mirar hacia dentro,

a confiar en tu voz,

y a dejar que algo emerja…

y te ponga los pelos de punta.

 

Abracico,

Itsaso.