Salto

Abrir este blog es como quitarme la ropa en medio de una plaza: me da aire, pero también me deja al descubierto.

 

Escribir no me da miedo (llevo años llenando cuadernos con reflexiones, desahogos y alguna que otra risa irónica). Lo que da vértigo es dejar que esas palabras crucen la frontera de lo privado y se sienten aquí, delante de ti.

 

Mostrarse siempre incomoda un poco. Esa vocecilla aparece y susurra: ¿y si no les gusta? ¿y si piensan que exagero? ¿y si no tiene sentido?

 

Pero ya aprendí que vivir tratando de que nadie nos juzgue es como intentar bailar sin que se nos mueva el pelo: IMPOSIBLE… y que quieres que te diga… a mi me gusta mucho bailar.

 

Mostrar lo que sentimos, lo que pensamos, incluso lo que nos da vergüenza o nos parece trivial, es un acto de valentía que a veces olvidamos. Nos enseñaron a medirnos, a protegernos, a que “lo privado se queda en casa”. Pero la vida, la auténtica, ocurre cuando nos atrevemos a atravesar ese miedo.

 

Así que aquí estoy. Este escrito no es un “hola mundo”, es más bien un “aquí me atrevo”. Es mi salto, mi forma de recordarme (y quizá de recordarte) que no pasa nada por ser vistxs, incluso cuando no estamos perfectamente pulidxs.

 

Lo escribo con la intención de abrir, no de impresionar. Con la certeza de que la autenticidad pesa mucho más que la perfección. Que cada palabra que compartimos, cada emoción que dejamos ver, es un pequeño acto de liberación.

 

Bienvenidx a este espacio. Aquí no hay disfraces, solo palabras que se atreven a salir. Ojalá, al leerlas, algo en ti también se sienta con permiso de mostrarse, de liberarse. Porque al final, el verdadero salto no es escribir ni leer, sino reconocernos tal cual somos, con miedo y todo, y aun así seguir avanzando, aprendiendo a sostenernos y a abrirnos para acoger todo lo que la vida tiene para nosotrxs.

 

Abracico,

Itsaso.