De sentir mucho

Siempre he sido de sentir mucho: la luz, el ruido, la armonía, las texturas, las tensiones que flotan en el aire, lo que otros callan, lo que sobrevuela y nadie nombra… y yo percibo sin preguntar.

 

Sentir mucho no es un defecto, es mi brújula. Me hace tropezar y me hace vibrar, me muestra lo invisible, me conecta con lo que otros no ven, y me permite saborear la belleza que pasa desapercibida, emocionarme con lo pequeño y reconocer lo extraordinario en lo cotidiano.

 

Hubo épocas en las que quise apagarlo, querer ser “menos”, encajar en la norma de lo esperado. Pero con los años entendí que cada emoción contenida, cada lágrima ignorada, me alejaba de mí misma.

 

Sentir mucho significa estar viva en los bordes del mundo, percibir lo que otros ignoran y escuchar lo que otros no se atreven a nombrar. Y sí, a veces cansa. A veces duele o no se entiende.

 

Pero sentir mucho también es un superpoder. Nos permite conectar profundamente con otrxs, entender lo que no se dice, acompañar sin juicios, tocar y ser tocada sin miedo. Es la chispa que enciende la empatía, la creatividad, la sensibilidad social. El mundo necesita más de quienes sienten mucho, de quienes se permiten mirar con el corazón abierto, de quienes ven con claridad lo que otros no ven y sienten lo que otros no sienten.

 

Aprender a sostenernos cuando todo parece demasiado, a respirar en medio del torbellino, a dejar entrar lo que nutre y soltar lo que pesa… eso es valentía. Y esa valentía, silenciosa y profunda, transforma vidas, despierta conciencias y nos recuerda que sentir mucho es un regalo, un motor para construir un mundo más humano.

 

Escribir esto es permitirme que mi sensibilidad no sea un peso, sino un hilo que me guía, un hilo que, si me atrevo a seguirlo, me conecta con mi verdad y con la de otrxs, y que invita a otrxs a reconocerse, a atreverse a sentir y a mostrarse.

 

Sentir mucho no nos hace frágiles. Nos hace vitales, necesarias, capaces de aportar al mundo lo que más necesita: presencia, empatía, conciencia y amor. Amar y sentir profundamente, incluso con miedo, es un acto de coraje que mueve lo que parece inmóvil.

 

Abracico,

Itsaso.