Te doy la BIENVENIDA
AL BLOG
de una acupunturista de las palabras
Un rincón para buscadores.
Un lugar donde volver a una.
Donde ir más allá, más aquí.
Hay palabras que sanan.
Otras que abren.
Palabras que sostienen, que aflojan, que despiertan.
Y a veces, una sola, dicha en el momento justo, puede ser antídoto… y también veneno.
Este blog nace como una semilla.
Un espacio donde lo escrito no apunta a la mente, sino al alma.
Donde la sensibilidad es brújula, el cuerpo territorio, y el lenguaje, medicina.
Hace años, la mujer que era mi mentora me dijo algo que se me quedó grabado:
«Eres como una acupunturista de palabras».
Lo dijo después de que yo le hablara de esa sensación tan curiosa que me ocurre en las conversaciones: nombro una palabra cualquiera, sin aparente relevancia, y de pronto algo en la persona que tengo enfrente hace clack.
Como si esa palabra actuara como una llave invisible que abre un recuerdo, una puerta, una información… justo en el instante preciso.
Aquella frase se me quedó tatuada por dentro.
Tiempo después soñé que me llamaban Itza.
Al despertar, recordé que Itza se pronunciaba igual que Hitza, que significa “palabra” en euskera.
Jugué con la forma, le di la vuelta, y apareció azti:
hechicera, maga, la que intuye.
Y ahí algo encajó.
Reconecté con la idea de que las palabras pueden ser muy poderosas.
Que nombrar con conciencia es tocar con precisión.
Que hay frases que llegan como una aguja fina y abren caminos invisibles.
Escribo para mí, y ahora quiero compartirlo con quienes caminan con la piel dispuesta, con preguntas vivas y el corazón encendido.
Con quienes anhelan una vida más presente, más honesta, más libre.
Aquí iré publicando pedacitos de camino: intuiciones, grietas que enseñan, encuentros luminosos y días nublados.
No para dar respuestas, sino para abrir espacio.
Para que lo que aún no se ha dicho encuentre voz.
Para que lo que necesita ser escuchado resuene en quien lo lea.
A través de este blog podrás conocerme,
entrar en contacto con mundos y laberintos que forman parte de mí,
y quizás reconocer algo de ti en esos ecos.
Que cada palabra te roce donde más lo necesitas.
Que algo de lo que encuentres aquí te recuerde quién eres.
Gracias por llegar.
Gracias por quedarte.
Abracico,
Itsaso